Sabina en Argentina: regresó a ‘casa’ con clásicos y poemas

Cobertura de la última presentación del cantante español de 74 años en Buenos Aires.

A las 21:10, Joaquín Sabina apareció sobre el escenario del Movistar Arena del barrio de Villa Crespo, Buenos Aires. Sabina caminó desde el sector izquierdo hacia el centro donde lo esperaba una silla y el micrófono. Lo acompañaba una ovación. Se frenó, se sacó el sombrero con su mando derecha y abrió los brazos para recibir el cariño de sus fans que contenían altos decibeles de extrañitis y también de agradecimiento por volver a verlo una vez más en el país y reconocerle al cielo por resurgir de las cenizas y verlo saludable.

Sabina eligió un look de frac a rayas, sombrero blanco, camisa negra y gris, jean oscuro y zapatos bordó acharolados. Le acercaron la guitarra criolla y empezó su primer concierto en Argentina con “Cuando era más joven” y darle rienda suelta a la primera de las 23 canciones de su gira “Contra todo pronóstico”.

Al terminar su primera canción, saludó a su público, y dijo: “que ganas tenía de volver a mi Buenos Aires querido. Porque las historias de amor no se explican con la cabeza, se sienten con el corazón. Esta es una historia de amor. Venimos de Costa Rica, de Lima, de Bogotá, de Chile, pero solo al llegar a Ezeiza me siento en casa”. Explotó el Movistar Arena con un “Olé, olé, olé, Joaquín, Joaquín”.

Tras recitar un poema, Sabina continuó con “Sintiéndolo mucho”, “Lo niego todo”, “Mentiras piadosas”, “Lágrimas de mármol”, “Cuando aprieta el frío”, “Con la frente marchita”, “Bulevar de sueños rotos” (homenaje a Chavela Vargas en las pantallas traseras), y cerró la primera parte del show con “Llueve sobre mojado”.

Sabina se alejó del escenario y presentó a su cantante de la troupe: Mara Barros para que deleite con sus voz al interpretar “Chica Almodóvar”. Luego siguió Antonio “Antuán” García de Diego para entonar “La canción más hermosa”. Al final del tema, volvió el nacido en Úbeda hace 74 años para delirar a sus fans con “Tan joven y tan viejo”, donde la voz rasposa de Sabina llegó hasta los huesos, y “A la orilla de la chimenea”.

Ya entrando en el epílogo, Joaquín Sabina, sentado en una mesa de un bar, con Mara a su lado, dio inicio a “Una canción para la Magdalena” y así hacer corear a todo el Movistar Arena.

Ver esta publicación en Instagram

Una publicación compartida por Gustavo Mendez (@mecomprendezmendez)

El recitado de Joaquín Sabina en Argentina durante su primer concierto en Buenos Aires

“Las pestañas, las pupilas, el pelo negro, la tibia, las narices, la frente, los tobillos, las axilas. El meñisco, la aorta, las varices. La garganta, los párpados, las cejas, las plantas de los pies, la comisura, los cabellos, el coxis, las orejas, los nervios, la matriz, la dentadura. Las encías, las nalgas, los tendones, la rabadilla, el vientre, las costillas. Los humeros, el pubis, los talones. La clavícula, el cráneo, la papada, el clítoris, el alma, las cosquillas. Esa es mi patria, alrededor no hay nada”.

Las palmas coloradas de aplaudir al cantautor y poeta, oírlo en vivo, aunque improvise o no, para los “sabineros” era un regalo del show. Sabina tomó la guitarra que le alcanzaron, y punteó un acorde. Un solo acorde que ya todos sabían lo que se venía: “19 días y 500 noches”.

Joaquín Sabina recordó la larga dictadura de Franco en España. “El cabrón de Franco no se moría nunca. Por que lo cuento, porque mientras ustedes aquí bailaban tanto nosotros teníamos la famosa canción folclórica española”. Sonó “Y sin embargo te quiero” por la gola de Mara, y pegó el clásico “Y sin embargo” y “Princesa”.

Sabina amagó con cerrar el show, bajaron las luces y los músicos se retiraron. Pero en realidad le dejó y el micrófono a Jaime Asua Abasolo (Guitarras) para interpretar “Rubia Platino”.

Joaquín Sabina regresó con un cambio de look total black: frac, sombrero, remera, y jean negro para darle rienda suelta a los hits creados en más de 50 años de carrera: “Contigo”, “Noches de boda”, “Y nos dieron las 10”, y se despidió de su primer concierto en Argentina con “Pastillas para no soñar”. El resto, con las luces prendidas, fue una ovación, un rezo, un agradecimiento, de tenerlo de regreso en “su segunda casa”.