Julio Funes, el pintor que busca mantener viva la historia de San Nicolás

Julio Funes comenzó a pintar de forma lúdica a los 3 años, como todo niño, para entretenerse mientras se recuperaba de una gripe. Sus padres, Josefa “Pepa” Quiroga, reconocida costurera, y el italiano Lindo Funes, le compraron acuarelas, pinceles, y un cuaderno con el objetivo que su reposo sea lo más llevadero posible. Era 1963, en calle Olleros 70, en la ciudad de San Nicolás. 

“Lo recuerdo patente: era una cajita metálica con 24 acuarelas y un cuaderno de tapa roja. A los cinco días lo completé. Aquella vez me entró el virus del arte que no se me fue nunca más”, cuenta Funes, en un alto de la preparación de lo que será la muestra “Huellas Urbanas” en Escuela de Arte Liliana Grinberg que comienza el 31 de agosto hasta el 22 de septiembre. 

El hombre de 63 años, considerado autodidacta de la pintura y ex empleado de Techint, anticipa que la muestra está centrada en el estilo frottage en el que se pinta sobre uno o varios elementos reales con el concepto de valorizar la historia de San Nicolás.  “Son 14 pinturas con la idea de mantener el tiempo de una ciudad importante, de muchos años como San Nicolás, que las cosas sobrevivan cinco segundos o un ratito más”.

Funes, suma: “Por ejemplo, se está tapando el adoquinado con la cinta asfáltica, la brea, no digo con esto que estoy en contra del avance, todo lo contrario, me encanta el avance de la ciudad que está hermosa, pero las nuevas generaciones verán esto y no verán la historia que hay detrás”

Para comprender aún más lo que se verá en “Huellas Urbanas”, Julio Funes cuenta cómo creó una de sus obras realizada sobre adoquines. “Empecé a trabajarlo en barrio Somisa, sobre el lienzo blanco de cuatro metros. Lo puse en un eucaliptos de 10 metros de altura, y busqué el tono grisáceo del empedrado”.

Y continuó: “Luego, una mañana de domingo, bien temprano me fui a la calle Ameghino y Colón, que es la única calle que encontré sin refacciones en los adoquines, jamás fue removido, desplegamos el lienzo, pusimos pintura al agua, y lo pisoteamos con mi hijo y mi nuera para que el adoquín se marque bien, lo dejamos cinco minutos, y lo llevé a casa donde lo seguí trabajando. Creo que ese cuadro va a estar colgado en el techo de la muestra”.

Funes cree que ese cuadro estará colgado en el techo porque Carlos Eduardo Colombo, artista, pintor y docente, el curador de la muestra “Huellas Urbanas” le dijo en su atelier: “Este tiene que volar”. Funes entendió que hacía referencia a que no formaría parte de la muestra. “Y no, era que quería colgarlo del techo de la Escuela de Arte”, recuerda, entre risas.

“A mi me mueve mantener la originalidad de la historia de San Nicolás”, reafirma Funes mientras posa en su atelier al lado de una de sus muestras y bajo la lente del fotógrafo nicoleño Leo Cuevas. 

El hombre vuelve siempre a su hogar y hace honor a su tierra natal desde el arte 

Julio Funes lleva 42 años de casado con Silvia Belli. Es padre de Fernando Funes (42) y Diego Funes (38, quien lo acompañó a la tarea de los adoquines), y fue abuelo primerizo de Joaquina hace 9 meses. “Ser abuelo me inspira en el sentido que me hace trabajar para que cuando mi nieta sea grande pueda ver algo que hice, y tal vez pintemos juntos, te motiva a seguir para adelante”, dice Julio quien empezó a trabajar en Techint en 1993 por 15 o 20 días para desarmar un galpón. 

Casualmente, cuando finalizó el tiempo, le preguntaron qué le gustaba hacer. Y el no dudó: “pintar”. Así fue contratado para formar parte del sector de pintura de la empresa, luego pasó a remodelaciones de master plan cuya tarea, paradójicamente, era pintar la planta de San Nicolás. Pasó por cañerías, gestor de materiales, encargado de grupos donde trabajo en el extranjero Arabia Saudita, Trinidad y Tobago y Uruguay. 

Hoy, jubilado, pasa sus días pintando y también cocinando en su casa del barrio cercano al ex Cuartel. En su atelier, se pone los auriculares con música, y se abstrae del mundo. Incluso, no tiene celular. Julio pinta con varios materiales y técnicas: óleo, acrílico, carbón, lápiz de color, y hoy lo conmueve el estilo abstracto. 

De regreso a la muestra, a Julio le interesó las tapa de las bocacalles, las alcantarillas pesadas de Entel y Obras Sanitarias. “Tienen un trabajo de ingeniería que no es fácil hacerlas, y con el pasar de los colectivos y autos tienen desgaste que no lo hacen mas. Las que encontré bien originales hice la misma técnica del flotage que serán exhibidas”.

“La ciudad me inspira muchísimo. Tengo un dibujo abstracto de la ciudad, y después tengo otro que es La bajada del Club Regatas que la pinté en vivo: me fui con el lienzo, el plumín, la tinta china, y la copié desde ahí. Se ve la casa de Espinoza Viale, que es una casa colonial en el inicio de la bajada, está pintada igual que seguirá viva en esta obra. La bajada está como era unos años atrás: la farola que tiene la baranda arriba de la bajada. Es interesante hacer esa comparación de antes y del hoy”.

“El protagonista es el elemento, la emoción es saber que la gente estará en contacto, que si bien no pueden hablar, la mancha no puede devolverle nada, que es algo que genera intercomunicación que le dice lo que hubo y el observador capta eso, de lo que se hizo”, manifiesta el artista autodidacta nicoleño. 

El Curador, agradecimiento y clase

Julio Funes le da real y merecida importancia al curador nicoleño Carlos Eduardo Colombo. Funes, invita a todos los ciudadanos a que visiten la obra, por eso además de narrar de qué se trata se toma el tiempo de explicar el rol del curador de una muestra de arte.

“El curador es una persona que sabe de arte. Carlos es artista, muchas veces se estudia pero no necesariamente tiene que ser artista, pero Carlos lo es, es escultor, es pintor, es profesor de arte, un valor agregado a la curaduría. Es la persona que tiene una visión de la sala y previamente de las pinturas, entonces las distribuye de una manera que solo él la ve por paleta de colores, significado, calidez, temáticas, vibraciones, y que uno lo ve luego en el cuadro, y los que vengan lo van a comprobar”.  

Admirador de Dalí, Miguel Ángel, Rembrandt y Velázquez, Julio Funes adelanta que habrá cuadros de dos metros por 50 centímetros, de un metro por un metro, de varios tamaños que “cuentan con elementos, como quebrachos, y hasta la pisada real de una mujer, un hombre y un perro en una vereda de Guardias Nacionales y Lavalle. Para que lo antiguo cobre vida, porque lo que nos pasó nos hace lo que somos hoy”.

Y profundiza sobre cómo surgió la obra de la pisada: “Estaban construyendo un edificio. Pasé con la moto y lo vi. Lo imaginé. Volví a casa, pinté el contrapiso en lienzo de 1.80 metros y 60 centímetros de ancho, y cuando estaba fresco rescaté ese instante de la mujer, el hombre y el perro en el medio”.

Julio Funes, como todo tano, se hace el duro, curtido en su ADN de sus ancestros que llegaron a la Argentina buscando un futuro mejor. Pero se quiebra, y muestra la sensibilidad del artista. Del ser humano. 

“He llorado con muchas obras de emoción pero por lo que más lloré fue por desear un pincel caro y lindo que no podía comprármelo, y ahora lo tengo. La gracia de Dios. Le doy gracias a Dios por la virtud y el talento que nació naturalmente, y eso no es algo que compre ni venda”.

Cuándo y dónde ver la muestra “Huellas Urbanas” 

• “Huellas Urbanas” estará en Escuela de Arte Liliana Grinberg en Alem 230.
• Desde el 31 de agosto al 22 de septiembre 2023. 
• Entrada libre y gratuita. 
• Agradecimientos: Gracias Leo Cuevas por la generosidad y excelentes fotografías para ilustrar esta nota, inspiración e historia de vida.  A la familia Funes por el amor de tantos años. Y en especial a “Pepita”, un ser maravilloso y único, madre de Julio.