La Asociación de Periodistas de Televisión y Radiofonía Argentina perdió a Adela Montes, su socia más querida y amada a los 94 años. La mimadora de los más jovenes a los que regalaba chocolates, la que sin que se lo pidan tendía una mano y se preocupaba por la salud de cada uno de los y las periodistas de la institución.
Verla llegar en una ceremonia o en las reuniones en la sede de Saavedra 250 caminando despacio, con su cabellera blanca, y esa mirada tan pura, automaticamente dibujaba sonrisas en el resto, y el cuerpo se elevaban solos de las sillas para darle un beso y abrazarla.
Su fallecimiento, el día miércoles 4 de abril de 2024, caló profundo en Luis Ventura, presidente de APTRA, y en cada uno de los que forman parte de la asociación. La última vez que la vimos fue en la cena de fin de año de APTRA donde todos se sacaron fotos, la amaron y hasta Ventura le hizo sacar un número del sorteo de regalos (foto abajo).
Mario Otamendi, periodista y miembro de la Comisión Directiva de APTRA, le realizó una entrevista que vale la pena para conocer quién fue y cómo era Adela Montes, “la cazadora de autógrafos” y que patentó la palabra cholula.
Está jubilada pero sigue trabajando. A sus 89 años de edad, Adela Montes es uno de los pilares de la revista Pronto y baluarte entre los socios de APTRA. Su extensa carrera la hizo propietaria de la mejor agenda del país: “Me llaman a cualquier hora para pedirme un número de teléfono o algún dato… Ahora no tanto gracias a internet, pero antes era tremendo”.
– ¿Y tenés un archivo con toda esa información?
– No… todo lo guardo en mi memoria. Yo soy porteña y comencé pidiendo autógrafos en el año ‘42, es decir que tenía 12 ó 13 años y éramos muy pobres. Esto me aconsejan que no lo diga, pero no les hago caso porque para mí no es ninguna deshonra haber sido tan humilde. ¡Al contrario! Vivía con mis padres y mis dos hermanos en un conventillo de Larrea entre Juncal y French. Y cuando terminé la escuela primaria empecé a trabajar. Mi mamá limpiaba casas o lavaba ropa; mi papá era taxista… Tampoco me avergüenza haber pedido autógrafos: primero porque en aquel entonces era una nena. No es que tenía 25 años, y segundo que los autógrafos eran como las selfies de ahora. Y con las chicas que nos encontrábamos siempre fundamos el “Club de la Amistad”, que nació a partir de una audición de radio que tenían Mirtha y Silvia Legrand en radio Splendid. Yo era menor de edad y a las 6 de la mañana entraba a la fábrica. Salía al mediodía y de ahí viajaba hasta una academia para aprender a escribir a máquina, y cada 15 días iba al cine Roxy que estaba en Las Heras entre Laprida y Agüero. La radio también quedaba en el barrio. Nuestro objetivo no era pedir autógrafos, sino que queríamos ver a los artistas y en la década del ´50 se puso de moda la grafología y los especialistas empezaron a pedirme las firmas de las estrellas para analizarlas. Las grandes figuras de aquella época eran María Duval que tenía un radioteatro con Héctor Coire, Silvia y Mirtha… Así fui conociendo a todos.
– A través del tiempo fue cambiando la tecnología: ¿Hubo también una transformación en la forma de ser de los artistas?
– Sí, bastante. Antes no eran tan acosados. Hoy los compadezco, porque veo que se les tiran encima con preguntas tan incorrectas. Nosotros en cambio teníamos un respeto especial con las figuras y todos nos conocían. Y no sólo les pedíamos firmas. También hablábamos y nos contaban cosas. “¿Es verdad que se va a casar?”, “¿Va a tener un hijo?”… Y el artista nos contestaba. Charlábamos porque éramos respetuosas. Por ejemplo, tengo una carta de Delia Garcés agradeciéndome el saludo cuando fue mamá. Y en la puerta de la radio además estaban los periodistas y nosotras les decíamos cosas… Hasta que Maríaofelia, una periodista que tenía un programa, nos dijo: “Si ustedes nos cuentan qué van a hacer los actores y actrices, ¿por qué no tienen su propia audición?”. Y comenzamos en el ’49 los sábados al mediodía en Radio Libertad con invitados del prestigio de Narciso Ibáñez Menta, Amalia Sánchez Ariño, Amelia Bence… El éxito fue absoluto. Uno de los locutores era Alejandro Romay, que debutó con nosotras. Pero claro, nosotras no teníamos experiencia y hablábamos muy rápido, y para el segundo programa nos llamó Alberto Migré, que era un empleado común de la radio, y se ofreció para enseñarnos a medir los tiempos de la audición.
– En el mundo del fútbol se discute sobre el mejor jugador de la historia. En el espectáculo, ¿quién es según tu criterio el más grande de todos?
– Alfredo Alcón. Sin dudas. Como actor, como persona. Era un grandísimo actor y una persona extraordinaria. A Alcón lo ví nacer profesionalmente cuando debutó leyendo un informativo en Radio del Estado, la que hoy es Radio Nacional. Antes teníamos una llegada a los artistas que ahora los chicos nuevos, los periodistas jóvenes, ni llegan a ellos y todo se maneja a través de los representantes. Por eso trabajé en tantas revistas. Isabel Sarli, por ejemplo, cuando fue elegida Miss Argentina yo integré aquel jurado. Otro ídolo mío fue Roberto Escalada. Y también Duilio Marzio. Entre las actrices, Graciela Borges. En “La Botica del Angel”, Bergara Leumann hizo poner una plaqueta sobre una columna con una dedicatoria a “las cazadoras de autógrafos”.
-¿Cuál fue tu noticia que más ruido hizo?
– No sé… Porque yo tenía información pero no la publicaba. Era respetuosa y amable pero justa. Todos sabían que algo iba a poner, pero no las intimidades. Por ejemplo me daba rabia que Lolita Torres cuando era chica no se pudiera besar con nadie y me enteré por un portero que vivía en mi mismo conventillo, que ella tenía un noviecito del Trío Los Calaveras. Y después fue amante de Juan Carlos Mareco. Ellos se encontraban en un departamento de Azcuénaga y Juncal a la vuelta de mi casa. Primero llegaba él y al ratito lo hacía ella. Hasta que un día el papá de Lolita apareció con un revólver. Imaginate que si no la dejaba besarse en una película… En el único filme que se dió besos fue con Ricardo Passano en “Rítmo, Sal y Pimienta”. Y si hoy lo cuento es porque antes de morir Lolita, ella misma lo reconoció. Otra fue con Nelly Meden. Yo tenía bastante cercanía con ella, y una vez publiqué que sus compañeros de teatro estaban disgustados porque ella tenía actitudes feas, como la de poner distancia. No era que los trataba mal, sino que era diferente y no les permitía que vayan a su camarín. Nelly no tenía muchos amigos. Sí en cambio tenía amantes, como el Dr. Raúl Matera, o Jorge Salcedo que estaba casado con Julia Sandoval y se lo sacó cuando filmaron la película “Orden de Matar”.
– De las hermanas Legrand, ¿siempre Mirtha fue más que Silvia?
– Para mí, Silvia era mejor actriz, aunque tuvo una carrera corta porque se casó a los 17 años con un militar y se retiró.
– ¿Qué sabés de la supuesta cachetada entre Evita y Lamarque?
– Que no existió. Yo misma le pregunté una vez a Libertad Lamarque y me respondió que era mentira. Y me contó cómo fue la situación: sí es verdad que Libertad la trató con sorna porque Eva Duarte llegó tarde al rodaje de “La Cabalgata del Circo”, y como ella con Hugo del Carril tenían que esperarla, le dijo a Evita: “Menos mal que llegó la reina, así podemos empezar”. Por eso Evita se enojó, pero no le pegó ninguna cachetada. Y mucho después, en el libro que escribió, Libertad cuenta que no se golpearon. Es más, cuando Libertad vivía en Colombia se produjo un terremoto terrible y se cortaron las comunicaciones. Y fue Evita la que se ocupó de que la hija de Libertad, que vivía en la Argentina, pudiera ubicarla.
– Además de ser distante con sus compañeros de trabajo, ¿cómo era la Lamarque?
– Libertad era una amarreta terrible. Hacía una obra que creo que se llamaba “Aplausos”, en la que tenía que comer una pata de pollo, y le daba un mordisquito. Pero cuando terminaba la función se llevaba la pata en un paquetito a la casa. ¡Ya tenía la cena resulta! ¡Era tremenda! Una vez, me contó un fotógrafo de la revista Antena, que fue al teatro con un periodista para hacerle una nota y el productor, que era Yankelevich, propuso realizarla en el departamento de ella. Y Libertad se fue en su auto con chofer y a ellos les dijo que viajaran en el tranvía 5. Cuando llegaron a la casa transpirados de calor después de una hora de viaje, le pidieron algo para tomar. Entonces ella llamó al mucamo con una campanilla y les dio agua de la canilla. Otra vez Lamarque dio un cocktail con exquisiteces en su piso de Libertador. Se sirvió el mejor champagne, el mejor whisky, caviar… En un momento de la fiesta el fotógrafo lo encuentra a Carlos Spadone sentado en un sillón y le comenta lo rico que estaba todo, y Spadone le responde: “Sí, cuando Gandolfi invita es así”. Quiere decir que ella no pagó la fiesta.
– Contame por qué se pelearon los hermanos Sofovich.
– Por el juego… La madre era muy jugadora. Siempre hubo como un resquemor entre ellos porque Gerardo tenía más importancia en el ambiente, sin embargo Alberto Olmedo se plegó más a Hugo y pienso que también hubo algo de celos en la parte artística.
– ¿Olmedo y Porcel eran amigos?
– No. De Jorge Porcel no se podía ser amigo; en cambio Olmedo era un encanto de persona. Por eso nunca pude entender la pareja de Carmen Barbieri con Porcel. Y fue tan real que cuando se separaron ella mandó a TV Guía una carta escrita de puño y letra, en la que contaba que él la había dejado. Evidentemente estaba enamorada. Y no me refiero a la gordura de Porcel, sino a su forma de ser. Tengo una amiga que era vestidora en la Revista donde él actuaba, que me contó que era un desubicado y la llamaba al camarín cuando estaba desnudo tapado apenas con una toallita. Y la llamaba para nada…
– ¿De las figuras de hoy quien es tu favorito?
– Al que le tengo mucho cariño es Pablo Echarri, que es un amor.
– Ahora que se estudia hasta en la facultad, ¿es mejor el periodismo actual que el de antes?
– No. Antes los que trabajábamos teníamos que investigar y poner dedicación, en cambio ahora está todo servido en internet. Nadie se preocupa y hablando con ellos me dicen que no les interesa lo que sucede en el espectáculo. Nadie, o casi nadie está informado de nada. Pero si me preguntás quien me agrada, y si bien ya falleció, de los periodistas jóvenes me gustaba mucho Fabián Polosecki. “Polo” era un excelente profesional, gran compañero y un un pibe divino. También hay una chica de Clarín, Marina Zucchi, que no conozco personalmente pero me encantan sus notas porque habla de todo. En cambio a los demás sólo les interesa con quien se acuesta cada uno y lo único que importa es el escándalo.
Gustavo Mendez es un periodista, productor y locutor argentino con más de 16 años de trayectoria en diferentes medios del país. Nacido en San Nicolás de los Arroyos, comenzó su carrera en el periodismo a temprana edad y desde entonces ha trabajado en diferentes medios importantes de Buenos Aires: Diario Perfil, Perfil.com, Radio Nacional AM 870, Radio El Mundo AM 1070 y Nacional Rock FM 93.7, Revista Gente Online, y en Infama (América), Confrontados (El Nueve) y actualmente en Implacables (El Nueve).
Email: info@gustavomendez.com.ar
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